Caballero (citado en Parra et al., 2008, p.223) establece cuatro funciones básicas de la orientación académico-profesional:
- Función diagnóstica. Trata la valoración y el diagnóstico de las necesidades del sujeto para posibilitar su autoconocimiento y el desarrollo de su proyecto vital.
- Función de ayuda. Esta función engloba tareas como el asesoramiento y el consejo personal, la formación en la búsqueda y utilización de la información, la ayuda en el proceso de toma de decisiones y el apoyo en el desarrollo del proyecto vital.
- Función de planificación, organización y coordinación de la intervención. A través de esta función se gestionan los programas educativos, con especial atención a los contextos donde se desarrollan, los agentes educativos implicados, los recursos y las actividades desarrolladas.
- Función de evaluación e investigación de la propia acción orientadora. Afrontar la evaluación de la propia acción orientadora a nivel global y específico. Informarse de las investigaciones más relevantes y utilizar sus conclusiones en la práctica orientadora. Investigar sobre la propia intervención orientadora.
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